La piel es nuestra barrera protectora y su estado depende de nosotras, varía según factores externos (clima- humedad- temperatura-contaminación- etc.) y factores internos (alimentación- nutrición- tóxicos).
La piel normal, en realidad, es una piel equilibrada, porque a mí parecer, todas son normales. A una piel equilibrada se la conoce clínicamente como eudérmica, presenta una producción de sebo en equilibrio, dada por los factores hidratantes naturales, producidos por la piel sana, como los aminoácidos, que contribuyen a fijar agua dentro de la piel, mantiene su elasticidad y flexibilidad, evitando que llegue a deshidratarse, cuando esta barrera sufre algún daño, es incapaz de retener estos f.h.n. esenciales y disminuye la humedad de la piel, y el estado de esta se ve afectada. Esta piel sana y equilibrada se ve con poros finos y buena circulación sanguínea, de textura aterciopelada, suave, lisa, con una transparencia y color uniforme, fresca, con ausencia de impurezas, no propensa a la sensibilidad. La zona T, comprendida por la frente, nariz y mentón, puede ser más humectada que el resto y presentar un ligero brillo dentro de este equilibrio, si sabemos lo que está necesitando o simplemente, como mantenerla sana, se mantendrá el equilibrio, de lo contrario, a menudo, solemos maltratarla o resecarla por desconocimiento del tipo de piel que tenemos, o por creencias de necesidades que no son reales, en muchos casos, a veces nuestra piel, no necesita nada más que mantenerse limpia y sana. Esto podemos conseguirlo con productos naturales mucho más simple de lo que muchas veces creemos, un buen jabón que permita el cuidado de nuestra barrera protectora, quizás una crema natural o un aceite para hidratar o proteger, según la exposición a la que nuestra piel se encuentre.
Es muy habitual caer en los engaños industriales, donde intentan crearnos una necesidad que no tenemos, los envases nos cuentan una cosa y la realidad de los ingredientes es otra, como los tóxicos ya conocidos, parabenos, que afectan al sistema endocrino, formaldehídos, fluoruros, materiales sintéticos derivados del petróleo, espesantes como la carragenina, altamente irritante y abrasiva, espumantes como lauril sulfato de sodio, desequilibrando la mucosa, microplásticos, aluminios y otros metales pesados.
¡Qué importante es saber elegir un buen jabón! ¿verdad?
Un jabón básico y natural siempre tendrá propiedades higienizantes, pero nunca abrasivas, si a esto le agregamos las propiedades que nuestra piel necesita para estar en equilibrio, por lo tanto, sana, estaremos cumpliendo con nuestro propósito, de mantener nuestra piel limpia, sana y radiante, así lucirá espléndida naturalmente.
Es muy importante saber que crema solar utilizamos, o simplemente una crema o aceite para nutrir nuestra piel, según las estaciones del año, siempre observando a nuestra piel y no a lo que diga un envase, quiero decir, por ejemplo, que no todas las pieles necesitan de una hidratación después de una exposición al sol, muchas, con una simple limpieza con un jabón respetuoso y nutritivo, podrán mantener la piel equilibrada sin necesidad de nada más, y esto hay que evaluarlo observándonos.
En el caso de que no necesitemos nada y utilicemos productos por creer que lo necesitamos, como así nos lo dice la industria cosmética en general, lo que estaremos haciendo es desequilibrar nuestra piel, por lo tanto, a nuestra barrera protectora, y ahora sí, que necesitaremos, cada vez más, productos para equilibrarla y así un nunca acabar.
La piel es un órgano, y el más grande que tenemos en nuestro organismo, dato curioso, de unos 2 metros y unos 5 kg de peso, a través de ella, se absorbe todo aquello a lo que la exponemos, como el aire en el que nos encontramos, humos, polución, vapores, radiación solar, aguas, cremas, jabones, geles, aceites, etc. todo esto pasa a formar parte de todas las células que componen a nuestra dermis, conectándose con nuestros capilares y pasando directamente al torrente sanguíneo, todo lo que pongamos en nuestra piel pasará a formar parte de todas estas células, hidratándolas o deshidratándolas, podemos nutrirlas y enriquecerlas o contaminarlas e irritarlas, todo esto dependerá de nuestras decisiones.
Por ello, cuidar de este gran órgano, llamado piel, nuestra barrera protectora que todo lo absorbe, es cuidar de nuestra salud.
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